Hace tiempo que me cansé de comprar salmón ahumado por medio riñon (y luego encontrarme con un producto de dudosa calidad). Empecé a marinar yo el salmón, aprendiendo cómo variaba su textura y sabor según la mezcla de sal y azúcar que hacía y dependiendo del tiempo que tenía curando la pieza.
Las posibilidades son enormes y el resultado final es un salmón de carne tersa, sabor ligeramente dulce y un salado nada exagerado. Cosa de gustos, pero pueden añadirse especias, como currys, pimentón, eneldo, miso… Y usarse bien directamente sobre pan y mantequilla, puede cortarse en dados y añadirlo a ensaladas o servir sobre arroz blanco con un huevo a la plancha. A mi me gusta ponerlo sobre una fuente bonita y aliñarlo a modo de aperitivo.